Sus palabras comienzan a rondar mi mente, conozco este tipo de cosas muy bien, me ha pasado tres veces, extrañar tanto a alguien, sabiendo que hablas con esa persona todos los días y que probablemente también lo veas todos los días, pero la única razón de porque lo extrañas es porque todas esas hermosas conversaciones, todas esas hermosas tardes juntos, o esos inolvidables recuerdos, no volverán, estuvieron, se fueron para no volver, la nostalgia te invade, y no sabes que hacer con tanta pena acumulada. No puedo creer que esto me pase de nuevo, por tercera vez. será que simplemente no sé cuidar a mis mejores amigos? Será que a lo mejor no valoro bien lo que tengo, y por eso termino perdiéndolo? No lo sé lo único que sé en estos momentos, es que cada vez me acostumbro mas al hecho de que después de un tiempo, la perfecta amistad se transforma en peleas diarias y al final... distancia. No estoy dispuesta a seguir en mi pieza ahogándome en recuerdos, prefiero salir, distraerme un rato de todo esto.
Mis padres están totalmente enojados conmigo, ambos. Y bueno no es para menos, he estado insoportable todos estos días, de hecho creo que ni yo misma me soporto en este momento. Los entiendo, pero no se los haré saber, mi orgullo es muy grande para eso. Para no toparme con ellos, salgo por el balcón de mi ventana, me lastimo un poco el pie, pero no es nada grave. Llego a la misma plaza de siempre, me pongo mis audífonos, pongo la música mas depresiva que encuentre y me desconecto de todo el mundo. Cierro los ojos, siento como cada nota y cada letra se apodera de mi, siento como si las notas musicales salieran de esas cinco lineas y me llevaran a un nuevo lugar. Uno donde nadie se aleja, donde la distancia es una palabra aún desconocida a la cual no le interesa nacer, ni ahora ni nunca.
Estoy flotando en mi perfecta nube, cuando me doy cuenta que hay alguien observándome, un hombre, de más o menos mi edad -14- que se está acercando ahora que captó mi atención. Me está mirando fijamente, y yo hago lo mismo, mi carácter -en especial cuando estoy con pena o enojada, peor si son las dos juntas- suele ser espantosamente insoportable, y más con un extraño. Cuando llega, me entra una nostalgia aún mas grande que la que sentía en mi pieza, mis ojos se empiezan a humedecer y en mi garganta se forma un nudo gigante. Ahora lo veo claramente, no era un extraño, era la misma persona con la que había peleado hace un mes atrás y desde ese mismo día no había vuelto a hablar con él. Ese amigo al cual le confiaba todo, el que siempre podía sacarme una sonrisa, el que no importaba en que situación estábamos, ni lo muy mierda que hubiera sido mi día, un abrazo de él, era el que me alegraba el día, sin importar nada. La nostalgia volvía, esa había sido la única razón por la que deje mi pieza. Cuando siento que una lágrima está por escapar de mis ojos, me doy vuelta y le doy la espalda, algo que odio demasiado, es que me vean llorar, no me gusta dar lástima, y como es obvio él lo sabe y no hace nada al respecto, solo se queda ahí en silencio, mirándome. Era incomodo el hecho de que era tanto el silencio que invadía la escena, que cada uno podía sentir la respiración del otro.
Quería que mis lágrimas pararan de correr, pero por alguna razón se me hacía imposible hacerlas parar. Esa estúpida nostalgia había llegado para quedarse, y se hacía mas fuerte cada vez que pensaba que él estaba sentado atrás mio, esperando que a lo mejor se me ocurriera preguntar o decir algo, pero mi estúpido orgullo no me lo permitía. Pensar que siempre decía que con él, mi orgullo nunca iba a ganarme -aunque cada vez que lo decía trataba de poner una postura mas segura de lo que realmente sentía- y ahí estaba, después de un mes de terminar nuestra amistad en muy malas condiciones, sentada, llorando de espaldas hacia él, con el orgullo ganándome de nuevo.
Pasaron al rededor de diez minutos, y sentí que se paraba. No quería dejarlo ir, lo que mas quería en la vida era volver a sentir su apoyo y compañía. Me armé de mucho valor y cuando sentí su primera pisada, por fin hablé.
-No te vallas, por favor, no me dejes sola
-Sabes que nunca lo haría y nunca lo haré
-Y este mes no cuenta porque?
-Odio tu sarcasmo, y lo sabes
-Perdón
-No importa
-Me puedes decir que pasó con nosotros?
-No lo sé, supongo que a los dos nos ganó el orgullo
-Supongo...
El incomodo silencio volvió, ya no sabía que decirle hasta que el nudo en mi estomago -sin informarme nada- lo soltó.
-Te extraño mucho...
-Que?
Cuando me di cuenta de lo que había dicho, no tuve problema en repetirlo, por fin le iba a ganar a ese maldito orgullo, y no iba a dejar que me alejara de mi mejor amigo otra vez
-Te extraño mucho - dije mientras una pequeña lágrima rodaba por mi mejilla
-Te das cuenta que estás llorando?
-Sí, pero no me importa, ahora lo único que me importa es recuperar esto
Los dos con muchas lágrimas en los ojos nos abrazamos fuertemente, ese horrible vacío que sentía desde hace un mes y que no se había ido ni por un momento, desapareció rápidamente, ese abrazo cambió todo, me devolvió la seguridad, y la poca confianza que tenía, y por fin me hizo sentir de nuevo ese calor adentro, ese que solo mi mejor amigo me podía dar, y ahora estaba de vuelta, y no estaba dispuesta a perder eso de nuevo.