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domingo, 3 de julio de 2011

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Estoy sentada en algo parecido a un balcón, pero si miro hacia atrás no veo ninguna habitación, solo oscuridad, profunda oscuridad. Empiezo a llorar, sin encontrar un porque, pero cuando me doy cuenta, estoy pensando en ti. De repente un sombra se vislumbra a lo lejos, trato de ver quien es, grito, quien anda ahí? Pero nadie contesta. Cada vez se acerca mas, por alguna extraña razón mi estomago me dice que no me aleje, que me quede ahí sentada. Los pasos se escuchan cada vez mas cerca y estoy a punto de ver su cara. Cuando aparece, y logro por fin ver quien es, mis lágrimas comienzan a caer de nuevo, mi cuerpo se pone tenso y mi mente queda en blanco, sin poder creer lo que estoy viendo. Eres tú, el mismo que hoy en la mañana vi en un ataúd, como lo enterraban bajo tierra, el mismo que el viernes intentó llamarme pero su señal era muy baja y a los 10 minutos después lo atropellaron por estar ebrio. Mi mente aún no puede creerlo, está paralizada, tú te empiezas a acercar más y te sientas al lado mío, con los pies colgando hacía la nada. Me abrazas y yo a lo único que consigo reaccionar es a abrazarte de vuelta. El suelo empieza a expandirse y tú empiezas a caminar, me paro y grito que te detengas, pero tú no escuchas y sigues, salgo corriendo detrás de ti, pero estás cada vez mas lejos, corro más rápido, trato de alcanzarte y cuando estoy a punto de llegar, estoy a punto de tomar tu mano, te haces humo y el viento te lleva con él. Mi suelo empieza a desaparecer también, y cuando estoy cayendo, abro los ojos, y veo que estoy nuevamente en mi pieza. No comprendo como te fuiste así, de la nada, siendo que un día antes de que pasara todo esto, estaba hablando contigo por teléfono como todos los días, han pasado dos días y te extraño demasiado, no sé como soportaré toda una vida así.- 

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